jueves, 17 de septiembre de 2009
La consciencia es aquella posibilidad de comprender el sentido de la vida, según un determinado nivel de percepción. Para los ciudadanos de la Tierra la interpretación de la realidad ha estado hasta ahora firmemente anclada en la tercera dimensión, o capacidad de percibir solo una franja muy estrecha de la creación (el 10%), que fluctúa entre las frecuencias superior al infra-rojo y por debajo del ultra-violeta. Por eso el cerebro del hombre, que funciona como una caja de resonancia, ha activado sólo ese 10% de su capacidad; mientras duermen el 90% restante de sus posibilidades, porque corresponden a frecuencias de otras dimensiones de luz, que no estamos afinados para descubrir.
Lo que define cuál ha de ser la matriz de consciencia de una unidad, llámese planeta, o ser humano, es la energía de luz que él está capacitado para asimilar. En la tercera dimensión percibimos esa energía como dos ondas con propiedades diferentes: electricidad y magnetismo. La porción eléctrica provee la información de los códigos de creación, y la magnética es el aspecto que los estabiliza. En esta forma las dos polaridades actúan coordinadamente para mantener ese nivel de realidad.
Las frecuencias de luz se producen como pulsaciones, y el ritmo de las mismas condiciona los ciclos. La Tierra, por ejemplo, es muy vulnerable a las emisiones electromagnéticas de las explosiones solares que recibe cada once años, cuando el sol completa un ciclo y pulsa. También existen ciclos galácticos, y cuando uno de ellos termina nuestro centro galáctico pulsa, disparando energías de frecuencias electro-magnéticas altísimas, que cambian las matrices de vida en toda la galaxia. Estas frecuencias viajan como ondas, llevando paquetes de información nueva, que provocan un ordenamiento más complejo en todos los niveles, desde el solar y planetario, hasta el molecular, con el consiguiente salto cuántico en la apertura de consciencia y la evolución de la vida.
Si comprendemos esto, estaremos ubicándonos dentro de la situación planetaria que vivimos actualmente. Sabemos que desde 1987 se ha incrementado en la Tierra el impacto de fotones de luz de altísima frecuencia, procedentes del centro galáctico. También hay ya confirmación científica de que, tal vez debido a este bombardeo de energía, algunas constantes planetarias, como el magnetismo y la frecuencia Schumann, (pulsación de la Tierra), han estado cambiando. De hecho estamos ya muy cerca de un acontecimiento espectacular, que el hombre no conoce: se calcula que, antes de finalizar el año 2012, el magnetismo haya alcanzado el punto cero, y la resonancia base de la Tierra, o frecuencia Schumann, haya subido de 7.8 a 13 Hz. En el momento crítico en que esto suceda, tendremos la oportunidad de vivir un cambio dimensional que pondrá fin a nuestras limitaciones.
El primer movimiento hacia establecer un nuevo orden es el caos, y esto lo estamos experimentando ahora. Todos los paradigmas existentes: a nivel del gobierno, las instituciones, las religiones y creencias, los sistemas sociales, familiares, de salud, etc. están resquebrajándose para finalmente sucumbir. Paralelamente el clima, los elementos y la geología de la Tierra también están convulsionados. Desde el 13 de abril del año 2002 la nueva matriz de creación, o rejilla energética, está ya completa, y la nueva información puede fluir, despertando la afinidad de quienes estén listos para asumir su destino como humanos galácticos.
Si tú deseas participar en esta aventura más allá de ti mismo, hay un cambio de configuración que debes hacer, para conectar tu computador interno con la amplitud de onda que incluye a toda la creación. La nueva configuración es la apertura hacia el espíritu, que además sirve como frecuencia de acceso a la supervivencia. Vivimos ahora los tiempos del “juicio final” que es la selección que hace cada uno de sí mismo, para nadar con la marea cósmica del cambio, o, en contra de ella, luchando inútilmente por la preservación de modelos anteriores ya caducos. La “resurrección de la carne” es el siguiente paso, que viviremos como el despertar cósmico que experimenten nuestras células, cuando consigan afinarse al nuevo código de creación, y cantar la canción de unidad con todo el universo.
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